HIERBA DE SAN JUAN - Hypericum Perforatum




Características

Se trata de una planta vivaz arbustiva que llega al metro de altura. Las flores, de cinco pétalos, de un color amarillo-dorado brillante, aparecen en cimas ramosas y tienen unos hilos amarillos en el centro que dan un líquido rojo sangre cuando se los aplasta. Las glandulitas negras de aceite de las hojas y las flores dan un olor amargo característico.
La Hierba de San Juan prefiere los terrenos secos, gravosos o calizos de los prados soleados, las riberas sombrías y los setos y cunetas.
La planta se propaga rápidamente por estolones y produce cerca de 30.000 semillas por planta en una sola temporada. El viento transporta fácilmente las semillas y se las ha visto germinar en los campanarios de las viejas iglesias.

Originaria de Europa y de Asia occidental, crece actualmente en todas las zonas templadas.


Plantación y cultivo




Recolección




Propiedades




Usos

La Hierba de San Juan tiene, seguramente, más usos medicinales que ninguna otra planta. Las investigaciones actuales se orientan hacia sus propiedades antibacterianas, antibióticas, antiinflamatorias, antidepresivas y antivíricas.
La hipericina, uno de los componentes químicos que se encuentra en la planta, resulta efectiva en la reducción de la reducción del retrovirus VIH. Como contiene componentes que actúan como inhibidores de la enzima monamida-oxidasa, la hierba de San Juan resulta efectiva en el tratamiento de depresiones leves, sintomáticas y reactivas, en la ansiedad, intranquilidad nerviosa, insomnio, neuralgias, dolores de cabeza nerviosos y migrañas.
Se han tratado con éxito con esta hierba trastornos depresivos debidos a convulsiones cerebrales, agotamiento nervioso, arteriosclerosis de los vasos cerebrales y aspectos del climaterio. Como la mayoría de los antidepresivos, la hierba de San Juan se vuelve más activa al cabo de unas semanas de uso.

Tomada internamente, la planta tonifica la circulación, estimula las glándulas estomacales, hepáticas y vesiculares, y se la utiliza para tratar estómagos nerviosos, dispepsia, diarrea y afecciones catarrales del estómago, acompañadas de acedías gaseosas. Sin embargo en grandes cantidades, la hierba de San Juan es potencialmente peligrosa y debería utilizarse internamente sólo bajo supervisión de un experto. La hierba de San Juan hace al consumidor anormalmente sensible a la luz.

El ungüento aceitoso y balsámico que se hace de las hojas y de las flores se frota sobre las torceduras, las hinchazones, músculos con calambres, lumbago y demás áreas reumáticas y artríticas. Como fomento (loción caliente) o ungüento, la planta alivia y cura heridas, rozaduras, quemaduras, picaduras de insectos, úlceras, fístulas, quemaduras producidas por el sol y demás irritaciones de la piel.

Combinada con la milenrama, la hierba de San Juan se utiliza para tratar la enuresis en niños, las infecciones mucosas leves de la cabeza, del pecho y de los pulmones, las piedras del riñón y las afecciones de la vejiga.
Combinada con áloe, se la receta para la congestión del hígado, y mezclada con muérdago estimula la hemorragia mensual. La hierba de San Juan se ha utilizado también en el tratamiento de la epilepsia, la efusión de sangre, la anemia, la fiebre, la ciática, la ictericia, la gota y las lombrices intestinales.



Preparación




Curiosidades

Los primeros colonos la llevaron a América del Norte, pero descubrieron que los nativos ya utilizaban algunas otras especies de Hypericum de forma muy parecida al uso que ellos daban a la suya.

A los caballeros medievales se les permitía entrar en torneo sólo después de jurar que no llevaban hierba de San Juan, ya que ello les proporcionaría una ventaja desleal.



Usos mágicos tradicionales

En la víspera o en el día de San Juan (el 24 de Junio) se celebran en toda Europa fiestas de las hogueras. Llevando guirnaldas hechas de hierba de San Juan, la gente bailaba y echaba plantas al fuego para asegurar cosechas abundantes y proteger a su ganado de las enfermedades producidas por la brujería.
Después de apagadas las hogueras, las guirnaldas se arrojaban a los tejados de las casas para protegerlas de los rayos, las explosiones y los hechizos malignos.

La hierba de San Juan se llevaba en amuletos contra las brujerías, se echaba en los hogares durante las tormentas, se ataba a las cunas para evitar el cambio de niños y se quemaba bajo las puertas de los establos y delante de las casas de las brujas. Hasta hace bien poco, las mujeres llevaban la hierba en época de guerra con la esperanza de que impidiera su violación; al mismo tiempo, los soldados frotaban con la áspera savia los cañones de sus rifles para asegurarse precisión y puntería.

El nombre científico de la planta, del griego hyper, "por encima" y eikon, "imagen", indica su asociación precristiana con la religión y la magia.
Tradicionalmente se colocaban capullos de la planta encima de los iconos para alejar a los malos espíritus. A la hierba de San Juan la llamaban piri los antiguos asirios, que la colgaban en las puertas durante sus ceremonias, a modo de profilácticos contra los demonios.

Al florecer en torno al solsticio de verano con un color dorado, la planta representaba el verano y los rayos solares dispersando el mal tiempo, la oscuridad y la maldad.
Sin embargo, los primeros misioneros cristianos en Europa descubrieron que la planta estaba consagrada a Balder, que, a sus ojos, representaba los espíritus de la oscuridad que luchaban contra el sol.
Rededicada a San Juan Bautista, se dijo entonces que la planta había surgido de las gotas de sangre del santo. Como resultado, la hierba de San Juan lloraba sangre en el aniversario de la decapitación del santo. Sostenida a la luz, las glándulas de aceite le dan a las hojas un aspecto perforado. Se decía que el propio Satán había hecho airadamente esos agujeritos ya que la sangre de San Juan, en forma de fuego rojo, se había interpuesto en el camino de sus diablos. En consecuencia, se colgaba la hierba de San Juan en las ventanas y las puertas para alejar las tormentas, los demonios y los espíritus de los muertos.

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